domingo, 19 de agosto de 2012

Teresa (3)

Así nos fuimos viendo
pocas horas por semana,
así se apoderó de mi
de la noche a la mañana,
y yo, me fui enamorando,
desde la primer semana.

El tiempo, nos corría
y ella, cada vez
con mas fuerza, me atraía.
Así fue pasando el tiempo,
nuestro tiempo, aquellos días,
pasaron así dos meses
mas, un problema yo tenía,
se lo debía decir
no debía esperar mas,
eran otros tiempos.

¿Como se lo debía decir?
No lo sabía, si entendería
y sería lo mejor
porque un rechazo mas tardío,
a mi, me destruiría.

Y fue un domingo
soleado en Escobar,
le conté todo de mi vida,
le conté de mi estado,
le dije, soy casado
más, estoy separado,
y de su pecho, brotó un sollozo,
que en dos, me partió el corazón,
en mis brazos la estrujé
y sentí, el palpitar de su corazón,
me preguntó si hubo hijos
y que tiempo hacía
que estaba separado
le respondí, hijos no había
y yo, nunca jamás,
volvería a su lado.
.
Le pedí, lo pensara,
y se tomara todo el tiempo
yo, ya la amaba
y no podía, herir sus sentimientos.
Si decidía visitarme
ella, aceptaba mis razones,
sino, debía alejarse de mí
y no vernos jamás,
y distanciarse para siempre
nuestros corazones.

Ella aceptó, a pocos días,
vino a llenarme de alegría,
y fue un miércoles
de plena primavera,
a partir de ese día, fue la dueña
de mi vida entera.


Quizás, ni por asomo logré ser
el príncipe soñado,
mas, desde que te conocí
mi vida entera quise dedicar a tí,
y tú muy bien lo sabes...
Siempre, siempre ha sido así.

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