lunes, 22 de agosto de 2011

La lluvia

Oscura noche en cielo tormentoso,
tan negro y tan frío y lentamente llovía,
y en el opaco vidrio de esa ventana
iba empañando con su palido goteo
ese viejo y traslúcido cristal.
...
Allí, se despertaban figuras e imágenes,
apresuradas, como bajando laderas, 
desescalando montañas empinadas,
y yo, estaba allí taciturno, pensativo,
sentado en esa desvencijada silla
meditabundo, tan absorbido en mi alma,
vigilante, con un café sobre la mesa,
observando con el cigarrilo encendido,
revolviendo el negro café, negro remolino.
...
En una hora, determinada sola por el tiempo,
el intenso frío y la molesta llovizna,
sin sentir ni imaginar y sin querer
golpeó interrumpiendo mi pensamiento...
Ese molesto e incesante golpeteo.
...
Era ese, el mas erosionado péndulo,
que golpeaba sin cesar mi poca paciencia
haciendo mas triste, mi solitaria existencia.
...
Y de pronto apareció esa maldita figura,
era ella. que así porque así,
sin querer y sin saberlo se ancló en mí,
y en el oscuro cielo, mordazmente llovía.
...
Con un torrente de amarguras 
se abalanzó sobre mi ser, 
ahogándome con preguntas,
sin saber hallar respuestas,
apareciendo del triste pasado,
regresando del negro averno,
desafiando lluvias y tormentas
y también a negro infierno.
...
Sus palabras brotaban,
venía de horrores transitados
de inciertos caminos, desesperados,
lúgubres tiempos traía consigo,
horrores, que aun hoy estaban,
y aún, en el encapotado y oscuro cielo,
mordaz y tenazmente llovía.
...
Desde mi lugar ví ese árbol, 
tan cerca de la ventana,
una rama rota, rota por el viento,
que sin cesar la lluvia golpeaba.
...
Su rostro, lastimado estaba ese dia, 
marcas de horrores pasados en el había.
De improviso la calma llegó,
sin temor y ya no temía, 
los horrores se habían ido,
no se scondía mas, igual qu ese árbol,
igual que esa rama.
...
Quise ampararla  y resgurdarla
como a un gorrión enfermo,
llenándola de cuidados y cariños
entregándole mis inviernos 
y protegiéndola del infierno,
y por instantes yo quería 
sacar todo ese dolor, esas penas, 
que dentro suyo ella tenía,
las tristezas recibidas 
de su alma, aún dormida,
sentí mi dar en sangre
como dos cuerpos en uno,
corriendo por mis venas la suya.
...
Mas, en ese momento todo cambió,
se levantó un teatro maravilloso
como un espectáculo sin farsas,
todo tangible, todo vigente,
se forzó quizás una sonrisa,
lo absurdo, lo ficticio  se había ido,
y la lluvia, había cesado
todo era paz, sin truenos ni tormentas.
...
Recuerdo, que después la amé,
la quise y fué mia, la amé
con increíble locura,
hasta que llegó otra tormenta
hasta que otra lluvia, se la llevó.
...
Jorge Naonse
Derechos reservados.

...Míos...

Tú, oscura y amarga noche,
casi todo te lo llevas,
robándome estás mi esperanza,
y ocultarla quieres en las tinieblas.
...
Sé que tu jamás, aunque quisieras,
podrás robarme el pensamiento,
me dejarás con mis recuerdos
y sin ellos te marcharás.
...
Noches de angustia me has dejado,
te llevas nostalgias y momentos,
en mi cuerpo y alma han quedado
las tristezas  y  tormentos.
...
No solo sueños y quimeras
recuerdos también me pertenecen,
solo son míos, aunque no quieras.
conmigo están, y conmigo perecen.
...
Y sin ellos, te marcharás,
despojarlos de mí, nunca yo quise
oscura noche lejos te irás...
Solo castígame por lo que hice.
---
Jorge Naonse
Derechos reservados.

¿POR QUÉ VENÍAS?

Ese día tú apareciste con mirada dulce y triste,
y dos lágrimas descendían por tus mejellas,
deslizáncose lentamente hacia el suelo iban rodando,
y mi corazón al verte así, también estaba llorando.
...
¿A qué has venido? Te pregunté,
mas tú nada, nada respondiste,
no debieras estar aquí,
lo nuestro es ya pasado.
¿ Por qué aún vienes por mí?
...
Y el silencio siguió en tu boca,
comprenderte así nunca podría,
y tu seguías muda y callada, 
lo que buscabas nunca sabría,
y mirarte a los ojos no me atrevía.
...
Y fué un instante, solo un momento,
de reojo observé y ví tu semblante,
y llorando, llorando estabas en ese instante.
...
Dos lágrimas se dezlizaban,
por tus mejillas caían rodando,
te abracé y pregunté
que te pasa mi dulce vida,
y tu seguias muda y callada,
mientras tus ojos, tus verdes ojos,
me penetraban con tu mirada.
...
Así seguias, si decir nada,
nada decias nada me hablabas,
y tus ojos tus verdes ojos,
así seguian y llorando estaban.
...
Allí la luz de mi mente se encendió,
al ver tu rostro tan sufriente me aclaró.
¿ Es que estabas confundida?
Y yo tan necio, algo inocente,
nunca pude imaginar
que pasaba por tu mente.
...
Tú, no lo dijeste y yo, te dejé ir...
Y así, te fuiste para siempre.


Jorge Naonse
Derechos reservados.

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