sábado, 18 de diciembre de 2010

LLAGAS DEL ALMA


En el triste espacio que aún anida en mi pecho
hace tiempo, que permanece y perdura,
esa, tan triste y dolorosa llaga
y como filosa daga lacera mi ser,
y dentro mío, lastima lacerando mi cuerpo.

Fue, esa herida, tan sutil y absurda
que tú, en mi causaste.

¿Recuerdas como enmudeció tu boca?
Sellando para siempre tu sonrisa,
así te quedaste casi sin hablar
y la vida escapando se fue de prisa.

En ésos, tan sutiles y tristes días,
y por instantes tan suaves y bellos momentos,
sentir mis ansias inertes, vacías…
amalgamarse en torturas y tormentos.

Así, te fuiste alejando, despacio, lentamente,
y tu dulce alma yo creí tan mía,
se encerró en ti misma, tu mundo,
tenebroso, desconocido, tristemente.

Sin mirar sin sentir y sin vivir lograste llanto,
envuelta en ese solitario manto, tan frío,
tan lleno de tristezas, lograste mi quebranto.

Tu alma se envolvió en ese manto,
tan lleno de soledad y tristezas,
como si estuviera envuelta en sábana de luto,
solo por  ella querido y por ti, infringido.

Te encerraste, en ese horizonte negro,
tan tétrico y negro, y tan sombrío
de tristes sombras impenetrables…
Logrando en ti, el amargo hastío.

¿Acaso lo has olvidado?
Quizás aún tú los recuerdas.
¿Recuerdas esos momentos?

Quizás se han ido, marchado para siempre,
de tu angustiada y triste mente,
borrando tristes nostalgias…
Que aún vivían en ti, y se han ido eternamente.

Así, se esfuman los recuerdos no deseados,
el pensamiento destruye y borra para siempre.
¿Lo has olvidado, acaso recuerdas?
Por mucho tiempo, nunca quisiste,
y cuando volviste, tarde era...
Mi endurecido corazón, no te aceptó.

Jorge Naonse 
Derechos prop. int.784.085

SAN MARTÍN


Sí, estábamos separados y decididos,
la premisa, que te irías, te marcharas
seguir, ya no pudimos dos almas doloridas
sin parar ya de sufrir y sin amor en nuestras ansias.

Era domingo, y se avecinaba negro cielo.

¿Por qué volvías tantas veces por semana?
Me buscabas y seguías de noche y mañana,
hasta que un día me dijiste apresurada…
Vine a verte mas hoy no me quedo, estoy apurada.

No creí lo que decías, tú, mentías,
las veces que venías a visitarme
juntos volvíamos a la casa de tu madre.

¿Por qué lo haces? No lo sé respondiste
siempre juntos a San Martín, mas ese día…
Te fuiste sola y si mí.

Más que dudas, de tu raro proceder,
amigos éramos, quizás no quise
o no te supe comprender.

¿Por qué ha venido a verme?
Si yo, no la llamé y en pos de ti corrí,
por esa corta calle paralela
y fue allí, allí me sorprendí,
otro hombre había en tu vera.

Tú me mentiste, no era lo pactado
cuando decidimos…Te alejaras de mi lado.

Con el tiempo me pregunto
Después de pocos años.
Lo que tú pretendías.

¿Qué es lo que querías tú mostrarme a mí?
Hacerme ver en esos momentos…
Querías lastimarme o quizás confundirme,
o quizás acaso tú pretendías, tú querías
destruir mis pensamientos y abarrotarme de tormentos.

Abrí la puerta se ese auto y pregunté.
¿Por qué no me presentas?

Y tú, no te sorprendiste, estaba todo planeado,
tú, bien sabías mi reacción,
y con palmadas en tu espalda yo te dije…
Que seas feliz, muy feliz a su lado.

¿Esa cosa se interpuso en nuestra senda?
Ínfimo ocaso, tan difícil de creer,
Algo más digno hubieras buscado,
aún hoy, no lo puedo comprender.

Pobre niña, lloro por ti,
no fue muy hombre el día que lo vi.

Quizás olvidas el encontronazo que tuvimos
ese día de verano, en esa esquina de San Martín,
los tres estábamos ese día, mas yo sin ti.

Esa maldita furia asesina…
Se apoderó de m ese día en esa esquina.
Con que ganas lo golpeé.
Si no me lo hubieran sacado…Así quedó,
ensangrentado, derrotado aquél ayer,
y comentaste, que querías tu volver…
mas, si otro hombre vi en tu vera
decidí…Nunca más, volverte a ver.

Jorge Naonse 1961/ 1965