TRAZANDO CAMINOS
Abrupto senderos hoy los recuerdo,
En ese pasado hoy tan lejano,
de pasos firmes y sueños inciertos,
de manos jóvenes y cielo arcano.
Las piedras calladas bajo mis pies,
contaban historias al caminante,
donde el eco suave de ayer tal vez,
me hablaba al oído, leve y constante.
De mañanas frescas, noches sin fin,
con las estrellas de fiel abrigo,
el mundo era vasto, y en su confín,
se forjaba el viaje de mi destino.
Las huellas marcadas en polvo y piel,
dejaron recuerdos en cada esquina,
y aunque el tiempo insista con su pincel,
la esencia se guarda, nunca se extingue.
Caminos de gloria, de amor y fe,
donde el viento hablaba como un amigo,
en cada sendero dejé mi ser,
en cada paso, un suspiro antiguo.
Subiendo montañas, cruzando ríos,
la vida se abre con mil colores,
cada horizonte, un nuevo desafío,
cada jornada, mil sinsabores.
A veces cansado, a veces fuerte,
pero siempre firme en mi caminar,
esquivando sombras, temiendo alerta,
aunque siempre libre, listo a soñar.
Las noches en vela bajo la luna,
me contaban cuentos de lo lejano,
y con su reflejo como fortuna,
me guiaba suave hacia lo arcano.
Así me forjé, entre sol y sombra,
tejiendo caminos con cada paso,
la vida se dobla, la vida asombra,
pero siempre encuentra un fiel abrazo.
En cada jornada, en cada intento,
las huellas se graban sobre la piel,
y el tiempo, guardián de cada momento,
borda en mis recuerdos su cascabel.
Hoy miro el camino con gratitud,
en sus curvas veo mis decisiones,
cada paso guarda su rectitud,
cada giro, mil revoluciones.
Y aunque aún la ruta es incierta y vasta,
mi ser sabe bien cuál es su rumbo,
siguiendo el latido, que nunca basta,
de un corazón que no teme al mundo.
GIUSEPPE www.jorgenaonse.blogspot.com
TRAZANDO CAMINOS
Hojas del árbol caído,
juguetes del viento son,
como recuerdos perdidos,
que arrastran el tiempo en su ron.
Cada hoja una historia guarda,
de un otoño que pasó,
y en su viaje el viento ampara
aquello que se olvidó.
Son sombras de lo vivido,
ecos de un viejo fulgor,
y aunque el árbol esté erguido,
su verde ya no es color.
Las hojas giran, se pierden,
en un remolino vano,
y en su danza le recuerdan
a la tierra su desgano.
Pero hay raíces profundas,
que resisten a la vida,
y aunque el viento las confunda,
su fuerza no es extinguida.
Así en mi camino andado,
llevo mis hojas y el hijo,
del tiempo que va quemando
su rastro en mi corazón.
Cada paso es un suspiro,
cada huella un eco más,
en esta senda respiro
lo que el tiempo dejó atrás.
Hojas caídas se alejan,
pero en el alma se quedan,
como cicatrices viejas
que el viento nunca despega.
Y aunque el sendero es incierto,
aún camino hacia el sol,
cada hoja y cada viento
marcan mi rumbo mejor.
Pues soy árbol que en la vida,
por el viento ha florecido,
y aunque hojas se hayan perdido,
queda firme su semilla.
GIUSEPPE
TRAZANDO CAMINOS
Volverán las oscuras golondrinas,
pero aquellas que mirábamos volar,
con su vuelo libre y sus rutinas,
ya no las veremos regresar.
Aquel cielo, antaño compartido,
guarda un eco de tiempos pasados,
donde un suspiro quedó perdido,
y sueños iban entrelazados.
Volverán las sombras al ocaso,
con el sol rendido en el horizonte,
y el aire sabrá de cada paso
que dimos juntos frente al monte.
Y aunque nuevas alas cruzan el cielo,
con otras sombras sobre el suelo,
las antiguas guardan su consuelo
en lo eterno que es nuestro anhelo.
Así son las aves del recuerdo,
vuelven otras, mas no las mismas,
que en otro tiempo, bajo el cerro,
tejeron sueños y almas purísimas.
Nos queda el rastro de su paso,
la huella leve de aquel volar,
como quien guarda un tenue abrazo
del viento que lo hizo vibrar.
Porque hay vuelos que no se olvidan,
que se quedan grabados en la piel,
como un murmullo que en la vida
nos habla con su eco fiel.
GIUSEPPE
TRAZANDO CAMINOS
Cual tímida amapola, así volabas,
frágil y libre, bailando al viento,
con cada aleteo, vida dejabas,
en un rastro leve de sentimiento.
Tus alas, sutiles, casi calladas,
cruzaban cielos de azul profundo,
y en tu vuelo, a veces pausadas,
dibujabas sueños en otro mundo.
Eras efímera como el rocío,
bella en tu gracia, suave en tu andar,
en tu huella hallaba el albedrío
de un alma eterna, lista a soñar.
Como amapola en campo perdido,
que al sol se abre en luz y canto,
en tu vuelo todo era vivido,
y la vida era más que encendida.
TRAZANDO CAMINOS
Cual tímida amapola, así volabas,
frágil y libre, bailando al viento,
con cada aleteo, vida dejabas,
en un rastro leve de sentimiento.
Tus alas, sutiles, casi calladas,
cruzaban cielos de azul profundo,
y en tu vuelo, a veces pausadas,
dibujabas sueños en otro mundo.
Eras efímera como el rocío,
bella en tu gracia, suave en tu andar,
en tu huella hallaba el albedrío
de un alma eterna, lista a soñar.
Como amapola en campo perdido,
que al sol se abre en luz y canto,
en tu vuelo todo era vivido,
y la vida era más que encanto.
La brisa te lleva, te envuelve entera,
cual pétalo rojo, casi flotante,
y el cielo te guarda como quimera,
sombra fugaz de amor constante.
Así volaste, lejos y alto,
dejando en el aire un eco leve,
como quien olvida sin sobresalto,
aunque en su esencia el recuerdo queda.
Las estrellas fueron tu abrigo fiel,
y en noches largas de azul profundo,
tu vuelo marcaba, cual pincel,
el lienzo oscuro de todo el mundo.
Oh, amapola, tenue y distante,
que te fuiste lejos, sin mirar,
¿a dónde te lleva el aire errante,
qué misterios vas a encontrar?
Cielos de otoño, rojos y grises,
te ven alejarte sin un rumor,
y en el alma quedan las raíces
de un eco suave, de un gran amor.
Aun si el tiempo borra tu huella,
el viento susurra tu historia antigua,
y en cada flor queda una centella
del dulce encanto que en mí sigas.
Y aunque vuelvas con otro rostro,
quizás distinta, pero igual alma,
serás siempre en mis ojos rostro
de la vida, de paz y calma.
Porque en tu vuelo llevo el mío,
en tu sombra, mi propio paso,
y en cada pétalo, un desvario
que marca el rumbo de este lazo.
A NUESTRA VALERIA
Dulce Valeria, amada hija,
piensa que aún faltan cinco meses
para que el nuevo ser
se incorpore a nuestra vida.
Tu espera es un suave suspiro,
un sueño tejido en ternura,
y en cada latido que miro
veo crecer la más pura hermosura.
Cada día es un paso más,
hacia un milagro, hacia la luz,
y en tus ojos se ve la paz
que da el amor sin inquietud.
Este pequeño, aún escondido,
ya habita en el calor de tu ser,
y en tu amor encuentra abrigo,
en tu sonrisa va a renacer.
Las horas pasan, y en tu andar,
llevo la dicha de un abuelo,
pensando en cómo va a llegar
ese ser que es ya nuestro cielo.
Oh, dulce hija, tan fuerte y bella,
que transformas la vida en flores,
en ti florece una estrella
que trae al mundo sus colores.
Vendrá un tiempo de abrazos tiernos,
de risas nuevas, de mil canciones,
y en sus ojos serán eternos
nuestros sueños y bendiciones.
Así se va tejiendo el destino,
paso a paso, con ilusión,
y en su llegada hay un camino
que une siempre el corazón.
Este nieto será la dicha,
será en nosotros el renacer,
y en cada latido se escucha
que ya está aquí, listo a querer.
GIUSEPE
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