Ocres frondas, tan esparcidas
veo sembradas en el sendero,
el gris otoño se va alejando
y el negro averno, se acerca al ruedo.
Verdes colinas cedieron su paso
cantar las aves ya no se escucha,
frío en tu alma y tu regazo…
Tan tristes tardes y mi pena es mucha.
Amaneceres de espesa bruma,
sin esa cálida luz del sol,
noches oscuras sin bella luna…
Marcando ocasos, desierto amor.
Con fuerte azote el viento siento,
y dentro el pecho gélido frío
frío en el alma frío en mi cuerpo…
Añorando esos tiempos, aquel estío.
Sabor amargo siento en mi boca
ansias y sueños alejándose van,
añoro esos días y con furia loca…
Espera mi alma, regresarán.
Jorge Naonse 1967 / 1969
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