domingo, 29 de agosto de 2010

IMAGEN

Así hubiera querido ser,
y no pude lograrlo,
quise convertirme y ser,
todo lo suyo, y todo para mi.

Sin embargo, a todo lo opuesto
me convertí y logré llegar.
Necio y servil, sin fe,
lleno de absurdas actitudes,
todo eso me invadió
en esos tan amargos
y muy tristes momentos.

Esa absurda y triste mentira,
se asemejaba al delito,
querer usurpar la vida,
encasillar el alma,
un debate necio y total
de mi mente y las ideas,
choque mezquino y fatal
tan lleno de posesión y descuido.

¿Por qué hice eso?
¿Por qué ese desafío?
Locura, locura mia,
vorágine de encuentro
entre mi ser y mi alma.

¿Por qué tanto arrebato?
Y en mi alma tanta furia,
y tantos desencuentros,
tan sensible su pena,
tan tristes sus pensamientos
y tan llenos de tormentos.

Siempre llega tarde
el amargo arrepentimiento,
y aún mas tarde llega el sosiego.

Hoy, solo está latente
esa vaga idea de la dulce calma,
solo apenas y quizás
una oportunidad lejana
podría ser mi única esperanza,
y esa dicha tan querida
dicha al fin perdida.

José Gennaro 1968

JUNTO AL RIO


Atardecer de Enero
con cálido esplendor
y tan bellas flores
allí, tomando sol.

Jugando a la paleta
la pelota le tiramos,
ellas la devolvían
y allí, los cuatro estábamos.

Y tan bella era...
Mas el anillo en su anular,
me dio mucho en que pensar
y me intrigó la tarde entera.

Su amiga había partido
al lado de mi amigo,
y hasta la noche quedé mirando
sus ojos de tan dulce brillo.

En la oscura noche, buscando mi camino,
tan grande era la bruma que cubría mi sino,
hallarlo creí en ese día
y cuenta me di, de otro serías.

Con tesón e insistencia,
acercándome fuí, lento y pausado,
y con audacia allí te encaré,
y fue allí, en el ancla de ese río,
a ti te dije, tu corazón, tu corazón...
Cuando no sé, alguna vez será mío.

Nada respondiste y de reojo mirabas,
y tan levemente, tu sonrisa se asomaba.

Fue un instante, y yo me di cuenta,
tu sonrisa, enojos no mostraba,
y tú te alejabas, y yo te miraba.

A ese lugar volví al siguiente día,
a casi media hora opté por el regreso,
y de pronto apareciste casi de la nada,
y yo te vi, tu silueta vi llegar,
eras tú, y decidiste regresar.

Por vez segunda, de nuevo te abordé,
y tu sonrisa tan diferente fue,
preguntaste lo que pretendía,
y a ti, yo contesté.

¡A ti! Te respondí, con mucho desparpajo,
a ti pretendo, lo dije con empeño,
y no descansaré, hasta ser tu dueño.

Tú, te sonrojaste, lo vi en tu semblante,
tus mejillas tan rojas se pusieron,
soy casada, tan triste respondiste
y sin rodeos en ese mismo instante...
En tus manos, mis manos tu tomaste.

Fijamente te miré y pregunté.
¿A él lo amas? solamente y simplemente,
y de tus ojos dos lágrimas rodaron,
a través de tus mejillas se iban deslizando,
hablar no podías, estabas sollozando,
y tu rojo semblante, tu semblante rojo...
Mi ser ya estaba amando.

Tan bonito era tu dulce semblante,
cuenta me dí, desde ese mismo instante,
tu roto corazón, estaba así llorando.

Pasamos varios meses,
casi siempre junto a río,
jamás volví a indagar
y menos preguntar,
vivir lo nuestro era el desafío,
de lo demás, todo daba igual
nada importaba,
vivir los dos, eso fue sincero,
así lo comenzamos en ese mes de Enero,
y por seis meses jamás de amar dejamos,
en nosotros, así los dos pensamos.

Desde esa tarde que te vi tan junto al río,
me enamoré de ti y no te miento,
y solo pensé, vivir nuestro momento
hasta ese día que tu me dijiste,
él vino a buscarme, y no quiero irme,
y que tonto fui, no te retuve y dejé ir.

¿Por qué no te retuve?
Aún no puedo explicarme,
así te despediste,
con un beso, al dejarme.

Jorge Naonse 1967
derechos reservados.