jueves, 20 de mayo de 2010

MAYO OTOÑAL

Otra vez ese club tan español,
con insistente mirada ese día
hermosa flor me dije
y en mi pecho,
un nuevo fuego se encendía,
y dentro mío, mi corazón
otra vez, de nuevo sonreía.
No bailes con ella susurraba
es muy pequeña me decía,
con sus grandes ojos
aún más pequeña la veía.
¿Era la mirada?
Quizá su dulce sonrisa,
más me atraía su dulce fuego
y más su dulce brisa.
Era un otoño, gris otoño,
uno más en mi vida,
el cielo tan gris
mi corazón tan destrozado,
y mi alma aún tan triste,
su mirada tan sonriente
se apoderó de mí
casi eternamente.
A ella me acerqué
tan lentamente
algo cohibido,
y ése fuego, fuego en mi mente,
vi su mirada de niña
limpia pura, mirada,
de adolecente.
A bailar la invité,
preguntar que edad tenía,
no podía no me atrevía,
más debía hacerlo,
parecía tan pequeña
de mirada dulce
tan risueña,
debía hacerlo discretamente,
no pude, y bruscamente...
¿Qué edad tienes pregunté?
Diez y ocho respondió,
ingenuidad había
en tan dulce respuesta
de niña adolecente.
Ella diez y ocho
yo veintiséis me dije,
no es tanta la diferencia,
y comenzamos a vernos...
Vernos con frecuencia.
Libres y sin miedo
volábamos en nuestra moto
como dos aves libremente,
nuestro destino
buscábamos solamente.
Al poco tiempo
dos almas éramos
simplemente,
queríamos amarnos,
amarnos eternamente,
así fuimos,
un sueño que explotaba,
los dos en ése sueño
éramos uno
y ése fuego
abrasador que nos quemaba...
Nos hizo hacerlo todo
tan rápido y de prisa,
desde ese instante ya la amaba
creí desfallecer sin su sonrisa
y no poder vivir si ya no estaba.
Así fue nuestro amor,
un torbellino,
y como huracán nos arrastraba,
solo existíamos dos,
eso, fue inmenso
y nuestros corazones que estallaban...
Así fue nuestro amor,
de fuego intenso,
en ésos tres años de ternura,
nos invadió a los dos, esa locura.
Ahora te hablo a ti,
Y tu mirada tierna y dulce,
así ni más ni más me seduciste,
mi dulce Uruguayita de ojos tristes...
Ése mismo día con tu edad,
tú me mentiste,
con tu edad tú me mentiste y sin saberlo,
en ti creí en ese instante
en tus ojos creí y tu semblante,
y verdad me pareció lo que dijiste,
mi dulce Uruguayita de ojos tristes,
quince años tú habías cumplido,
y ése día, ese mismo día...
Tú con tu edad tu me mentiste.
Luego, nada más importaba,
si los dos fuimos el mismo sueño,
y fue en ese día, primer día,
el mismo pensamiento
los dos tuvimos,
solo amarnos los dos quisimos,
Y por más, de dos años,
logramos ser,
Dos en uno mismo
hasta ése día en que no vernos más,
No vernos más los dos, lo decidimos.

jorge naonse 1967/1969
der.prop.int. 762.612